Os facilitamos la entrevista publicada en la web del Ayuntamiento de Bilbao realizada por Etxadi Hanzi el pasado martes.:

Con el objetivo de explicar a las familias a qué nos referimos con “sensibilidad parental” vamos a comenzar la entrevista definiendo, si te parece, este término

La sensibilidad parental la entendemos como la capacidad que los padres y madres tienen para percibir, sintonizar y responder a las necesidades de sus hijos y de sus hijas, regulando tanto su estado emocional como físico desde el cuidado, el afecto y la protección. Para ello es necesaria la presencia y la disponibilidad, así como la accesibilidad para percibirlas e interpretarlas, es decir, realizar una correcta atribución respondiendo de una manera asertiva y sostenida en el tiempo. Por poner un ejemplo muy claro; sale tu hijo/a de la ikastola y notas en su cara algo raro en su manera de caminar hacia ti. Estás tú para identificar que algo le sucede. Parece una tontería pero es una de las claves ESTAR, porque ahora vas a poder atender esa necesidad. Le preguntas qué le ha sucedido y se arranca a llorar porque un compañero le ha roto unos cromos. En ese momento ENTIENDES que es una tragedia para él, porque son muy importantes para él esos cromos y conectas con su estado emocional. Se tranquiliza con tu manera de atenderle y de hablarle y eres capaz de redirigirlo hacia una solución, por ejemplo ir a hablar con el niño en cuestión para transmitirle lo dolido que estás y ver si se les ocurre alguna solución. Has identificado, sintonizado y dado una respuesta. Y si otro día le surge otra micro-adversidad, reaccionarás de la misma manera. Esa sensibilidad es necesaria desde el mismo momento de la gestación hasta la juventud. Que un niño, niña o adolescente cuente con una figura parental sensible a sus necesidades y con capacidad para atenderlas de manera adecuada es el mejor de los escenarios para fomentar un desarrollo sano a nivel psicológico y físico.

Una vez explicado, se podría definir la importancia que tiene en la crianza de los hijos y de las hijas, el ¿por qué de la  “promoción” de la sensibilidad parental?

Uno de los aspectos que más tenemos que tener en cuenta cuando hablamos de infancia temprana (0- 2 años) y de sensibilidad parental, es que es uno de los mejores indicadores y previsores de que el niño y la niña va a tener un apego seguro. Y en esa misma línea, las últimas investigaciones nos avalan ya que hay una correlación entre el apego seguro y la salud integral del niño, niña y adolescente tan determinante que justifica su promoción como una de las mejores estrategias para apostar por una sociedad más saludable. No sólo hablamos de una mejora en las capacidades sociales, resilientes o de salud psíquica. Hablamos de una mejor salud física. Hay que recordar que el maltrato no sólo es la primera causa evitable de trastornos psiquiátricos sino que también es responsable de enfermedades como diabetes, obesidad, mayor predisposición a contraer infecciones en las vías altas… Así pues, hay una responsabilidad por parte de las administraciones de dotar a las familias de los suficientes activos que permitan atender a sus hijos e hijas de una manera adecuada que posibilite promocionar un desarrollo óptimo de los bebés, niños, niñas y adolescentes de manera positiva. Una crianza responsable es lo suficientemente importante y tiene unas consecuencias tan determinantes que no se puede dejar en manos del azar o de la “cultura popular”.

Cuáles son las principales características o factores que una familia debe conocer para promocionar un desarrollo óptimo de sus hijos y de sus hijas?

Muchos de las y los lectores sabrán que la afectividad, el cuidado, la protección y la participación son cuatro ejes cardinales que tienen que estar presentes en cualquier familia que pretenda dicho objetivo. Y ello lo van a garantizar padres, madres y cuidadores empáticos, con unas buenas estrategias para solucionar problemas. Sin embargo, me gusta recordar a las y los progenitores y las y los cuidadores a los que acompañamos desde Biraka que la crianza es una carrera de fondo y no de tirones. Muchos padres, madres y cuidadores vuelcan todos sus esfuerzos en el embarazo y primeras etapas obviando la importancia del resto de infancia y adolescencia. En este sentido insistimos por las consecuencias que en el desarrollo integral tiene, en lo que se conoce como “slow parenting” o “crianza a fuego lento”. Esta manera de paternar/maternar pone en valor el tiempo, la presencia, la calidez frente a un modelo económico y rentable del tiempo. Vivir viviendo. Es decir, no importa tanto el beneficio último (que también) sino el beneficio integral de todos los factores del proceso. Por ejemplo, hay padres y madres que están deseando que su bebé sea capaz de sentarse, que empiece a andar, quitarle el pañal, para luego hablar, para luego ir solo al colegio, para que luego vaya a la universidad… para luego darse cuenta de que todo ha ido muy rápido.

De esta manera la crianza sin presión o slow parenting aboga por dejar a nuestros hijos e hijas descubrir lo que son y no lo que queremos que sean. Es decir, dejar que las cosas sucedan en lugar de forzarlas. Significa una apuesta por las experiencias y los aprendizajes no tangibles en linkedin o en un currículum.

¿Qué experiencia novedosas conocéis relacionadas con la sensibilidad parental?

Como diría Macaco “Somos una marea de gente todo diferente remando al mismo compás. Y es que somos una marea de gente todo es diferente remando al mismo compás” Hay muchísimas iniciativas y muy interesantes tanto en la CAV como a nivel internacional donde poco a poco se va invirtiendo en parentalidad positiva y calando a modo de Xirimiri un lenguaje, una manera de entender la crianza cada vez más sensible desde otros ámbitos como puede ser el educativo, el social o sanitario. de entre todas me gustaría hablaros de una iniciativa que es un lujo y que está basada en un proyecto estadounidense donde maridan a la perfección praxis y evidencias científicas. El proyecto se llama Nurse-Family Partnership y a través de visitas al hogar realizadas por  enfermeras profesionales, el programa ayuda a transformar las vidas de madres primerizas y sus bebés que viven en condiciones vulnerables. A través del programa se establecen una relación de confianza con las madres desde el embarazo hasta que su hijo(a) cumple 2 años de edad necesaria para que ellas aumenten la seguridad en sí mismas y mejoren sus vidas y la de sus hijos. Pues bien, no hay que irse muy lejos para ver una experiencia similar. La red de buenos tratos a la infancia de Burlada (Navarra) tienen un protocolo parecido de actuación donde la trabajadora social junto a la enfermera pediátrica visita a todos los progenitores a domicilio una vez hayan dado a luz, con el fin de apoyar a esa familias en la crianza desde unos patrones basados en el buentrato y la parentalidad positiva. A través de las visitas y de talleres complementarios se trabajan hábitos saludables, se mejora la salud y desarrollo infantil a través de la ayuda a los padres para que provean un cuidado responsable y adecuado a sus hijos. Promocionar relaciones afectivas seguras puede ser el mejor seguro de vida para esos niñas y niñas.

Esta manera de hacer vibrar educación social y salud pública es el sueño que tenemos desde Biraka, donde entendemos que los centros de salud son el mejor lugar para poder promocionar lo que hasta ahora hemos venido llamando sensibilidad parental. Todas las iniciativas que combinen promoción social y salud van a garantizar una mejora de la salud infanto-juvenil.

Si se tuviera que realizar una propuesta de actividades, talleres formación para familias en esta línea, ¿cuáles debieran ser los objetivos a lograr y cuáles las dinámicas a llevar a cabo para que las familias se involucren?

La edad evolutiva de los niños va a marcar las líneas fuertes a trabajar y promocionar. No es lo mismo acompañar a progenitores recién embarazados que a aquellos que están a cargo de un adolescente. Tanto los objetivos como las dinámicas son diametralmente diferentes. Van a estar condicionadas en base a las necesidades evolutivas del niño y de las características de los cuidadores.

Los objetivos en la infancia temprana están asociados con identificar las necesidades de sus bebés y atenderlas de manera responsiva. Trabajar unos brazos que sostengan, contengan y creen un entorno lleno de posibilidades para que él bebé por sí sólo pueda desplegar todo su potencial, su talento. Así pues, el movimiento en libertad respetando las posibilidades evolutivas, el cómo generar espacios y tiempos de seguridad y autonomía para el bebé y conductas que promuevan el apego seguro van a ser la base sobre la que construir cualquier tipo de intervención en dicha línea.

En la etapa media de la infancia (5-11), donde parece que no pasa nada, donde están tan estables que da la impresión que no necesitan casi de nada, es donde vamos a construir toda la dimensión social y comunitaria. El abordaje de micro-adversidades ajustadas a su edad, el juego, la adquisición de responsabilidades progresivas, la frustración, las rutinas y los espacios normativos serían un buen comienzo.

En la adolescencia, la sensibilidad parental hay que vincularla a un nuevo nacimiento, con una nueva manera de hacer y de estar, que se ha ido gestando en la etapa anterior pero que obliga a los padres y madres a un giro copernicano en su manera de  relación y de presencia. Trabajar la sensibilidad parental en la adolescencia supone entender que el adolescente a nivel neurobiológico experimenta unos cambios tan significativos como cuando era bebé, sólo que en el cuerpo de casi un adulto. Que necesita a sus iguales, arriesgar, probar y cuestionar todo lo establecido. Hay que trabajar que no es una etapa a pasar cuanto antes sino una para disfrutarla, porque las consecuencias a nivel de desarrollo van a ser maravillosas si se hace bien. En este sentido la resolución de conflictos, la búsqueda de espacios de afecto y comunicación y la mitigación de riesgos pueden ser los mimbres sobre los que trabajar.